La puerta, esta manana estaba cerrada

Es indiscutible que cuando se toma una decisión el resto es historia. No basta con tratar de adaptarse a la rutina antes del giro. De hecho la rutina siempre es el impulso al cambio -por lo menos cuando éste no quema…

Con películas azul celeste y un par de frases con faltas gramaticales, me presenté ante la puerta. La puerta no se inmutó y permaneció cerrada. Pensé que podía equivocarme en mi juicio al respecto de las faltas gramaticales, pero no me ayudó en nada, pues la puerta no se abrió. Parecía una especie de oráculo que esperaba de mí algo que no podía -o no sabía- darle.

Todas las incógnitas juntas cuando de pronto se apareció el cancerbero, quien finalmente abrió la puerta. El problema es que yo ya estaba afuera…

La puerta se abrió cuando yo ya estaba afuera
La puerta se abrió cuando yo ya estaba afuera

Ho Mitakuye Oyasin

Después de más de 30 años de búsqueda he descubierto la fuente de todas las cosas, y lo mejor de todo es que lo he sabido desde siempre: la fé. Es muy interesante reconocer que la fé mueve montañas, sin embargo, mi experiencia y relación con la espiritualidad me han mostrado que para recibir hay que saber pedir.

No he buscado en específico fuera de mí, he tratado de ver hacia adentro: You got to get in to get out -lo aprendí en 1992; sin embargo la búsqueda en específico se clarificó hacia el fin del milenio. Fue la última vez que subí el quemado desde el Mastranto, con Mishan, cuando entendí que lo que yo buscaba no era más que la paz interior. La paz interior, según la planteaba, significaba no estar en estado de zozobra y permanecer en bienestar. Más aún, después de un par de idas y venidas, y a casi diez años de nuevo milenio, me percato que la paz interior es el equilibrio y la dirección propia de las fuerzas cósmicas.

Permanecer en la ilusión y conocer de geomancia, de proyecciones astrales, de viajes en el tiempo; asistir a la fuente misma del conocimiento sin previa cita. Rezar en cualquier templo al mismo dios. Imaginar el mundo en un grano de arena. Transportarse en esencia a través del espacio. Intercambiar ideas con el desierto. Reir de simple gozo. Apreciar la belleza en su más íntimo filamento. Discernir los sueños del mundo. Aprender a llorar por un animal. Confesarse comprometido con todos los padres de todos los niños.

La realidad no sabe a nada. Es la lengua la que la percibe. Sin duda he aprendido mucho en estos años. Sin duda sé que moriré tarde o temprano, pero estoy convencido que mi fé me hace ser quien soy. Creo en mí, creo en tí, creo en dios. Creo en el centro galáctico como creo en tus sueños. Creo en mi inspiración como creo mis propios senderos. Vivo la vida con el instante afianzado. Vivo hoy -después de más de 30 años.

Ho Mitakuye Oyasin – Estamos íntimamente relacionados!

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El arte de Alex Grey pone de manifiesto la complejidad de la conciencia

Trafalgar en 2008

La batalla de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre de 1805, frente al cabo de Trafalgar (provincia de Cádiz), quizá el más destacado adalid de este emporio de la fe “posmoderna” Su mensaje está dirigido, sobre todo, a los clientes. Es más, quién dirí­a que dentro de este simpático cachorro se esconde un bastardo de raza?

“No agredí­ fí­sica ni moralmente al señor Zavalete como se me ha querido imputar”‚ afirmó el estudiante de Derecho. La conducta “ejemplar” de Henry en Afganistán, donde en ocasiones pidió ataques , ha sido adjudicado a un inconveniente pero necesario artilufgio de las venas. Aqui entonces cabe decir que el terreno de juego está infestado de carámbanos que el público avienta, y la eterna presión de quien observa se asienta finalmente.

No es una relación espacio tiempo terminable o palpable, pero de todas formas infinita. Y que la prosa se adjudique a un sin fin de tonterí­as más allá de lo pragmático resulta indecible de gracia y de eterna compasión por las criaturas de la tierra. Maldita sea! Cuantas veces más es que deberemos experimentar el sufrimiento para reconciliarnos con la vida, en el mejor de los casos, como cuando Nelson acribilló con su bandolera al buen Mustafá de Argel.

El yelmo de Mambrino

Y sin embargo, nunca terminó por decirme todo. Aún después de aquella noche terrible en que acudió el buitre a carcomer la carne rancia.

Nunca supe su origen, ni mucho menos sus intenciones. Unicamente despedía tenues tonos de luz oliva mientras hablaba.

Y aún tolerando la inmundicia de sus luchas por el poder, no pude comprender. Era inevitable que la inefabilidad de sus actos sería tomada por todos como cosa propia. Y así, resurgieron un par de desollinados gigantes, que desaspados, inquirían la llamada del Quijana, que defendía a desamparados deseando haber forjado él mismo el yelmo de Mambrino.

Y fue justo el mismo inquisidor el que me recomedó dejarlo al tiempo y al aire renovarse. Pero aún después, desmortajado, con la vida latente, se deshizo en mil pedazos de hiel.

Todos los días recuerdo las veces que repetidamente me plateaba la irresolubilidad de nuestra situación. El campo en que fue definido el territorio de lucha estaba plagado de inmisericordes artrópodos rotulados como agentes secretos del antiterrorismo y consulado de Irán.

Es la pauta del Mosad la que define la presencia balística en la entrepierna del mustio; y es el mustio quien jala el gatillo y decide la carnicería que se realizará.

Recuerden siempre que antes del escape en la nave emergente hizo falta deglutir los quinientos millones de litros de agua confinada en los pulmones del vitral románico, y desahusiadamente, el de la frente arañada sólo pudo mover su mano en dimensión onanista.