Cuando el tiempo es elasticidad.

¡Cómo no!

A decir verdad, la aparición de esa sensación no sucedÍ­a desde hace un puñado de años; sin embargo vino acompañada de los más exquisitos placeres que existen, por lo que la ponderación de su presencia no puede ser más algo negativo, ya que fue más bien un indicio de hedonismo en su más elevado sentido.

La aparición se dió en un contexto determinado por la ausencia de un lugar fijo de trabajo, pero inmerso en la plenitud que da la experiencia de ser alguien que lleva ya algunos años “dando lata”… No es que la inseguridad me rija, pero como que fue clara la precisión que solicité al decidir seguir adelante con un atajo de fé entre las manos.

Pero en fin. Al final parece que puedo hacer el debido homenaje cibernético en este espacio desolado para los perdidos cibernáutas que preguntan que sera mi nombre de dominio a mi amado perro Rufino, que murió ya un mes y medio. Rufino fue el perro que me enseñó a dejar de temer por amar y quién me dio la más grande lección de entrega y lealtad a la familia: el curso de mis dias tiene un destino que es su cauce.

Después de todo cualquier semejanza con la ficción es mera ficción, pues las coincidencias para alguien que exhibe abiertamente su fé no existen tan claras como parece. Tenemos el secreto.